viernes, 19 de septiembre de 2008

Derecho a un cuerpo propio. III

La anorexia y la bulimia son enfermedades psiquiátricas del grupo de los trastornos de la conducta alimentaria que afectan del 1 al 4 % de las adolescentes y mujeres jóvenes. Son trastornos crónicos graves que requieren tratamiento continuado por un equipo coordinado de especialistas (pediatra, psiquiatra, psicólogo, psiquiatra infantil, endocrinólogo, dietista) para prevenir recaídas y complicaciones. Son mucho más frecuentes en mujeres que en varones, y los síntomas suelen iniciarse en la adolescencia o edad adulta joven. En muchos casos se acompañan o se complican con síntomas de depresión y ansiedad.
Los síntomas principales de la anorexia nerviosa son:
1)miedo intenso a ganar peso.
2)distorsión de la imagen corporal o verse gorda a pesar de estar muy delgada.
3)reducción del peso por debajo de lo normal, hasta llegar a malnutrición.
4)en mujeres, pérdida de la menstruación durante al menos 3 ciclos consecutivos.
Los síntomas principales de la bulimia nerviosa son:
1)episodios repetidos de atracones (comer mucha cantidad en muy poco tiempo con sensación de falta de control).
2)comportamientos compensatorios inadecuados tras el atracón para evitar ganar peso (vómitos, uso de medicación, ejercicio, ayuno).
3)los atracones y comportamientos compensatorios ocurren al menos 2 veces por semana durante 3 meses
4)la imagen personal y la autoestima están muy influenciadas por el peso, talla y forma corporal.

Se culpa a los medios de comunicación de masas y a los modelos de extrema delgadez que propugnan como ideal de belleza. Un ideal de belleza representado por las top-models, mujeres cuyas proporciones, peso y estatura son una excepción estadística. Cuerpos que no representan la media poblacional. Ideales imposibles. Es este sector, la moda como fenómeno social, combinado con la publicidad, los que han cambiado el significado de la delgadez. La delgadez se ha convertido en símbolo imprescindible asociado a la independencia y al éxito profesional y social.
La imagen corporal que estos enfermos tienen de sí mismos no es una imagen erróneamente elaborada, algo fijo, equivocado. Es más bien una idea imprecisa, realmente no tienen una imagen corporal. Su actitud es por tanto, de rechazo a una imagen inexistente. Se ven siempre gordas, aún cuando están famélicas. Es un enfermo dispuesto a la auto-lesión, porque nunca consigue estar como quiere estar. Las experiencias realizadas a fin de modificar la auto-imagen, demuestran que no tienen ningún problema fisiológico en sus órganos de percepción, ahora bien, si tienen un conocimiento incorrecto de su imagen.

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