Los girasoles ciegos. Anticlerical y ‘roja’, muy ‘roja’.

(...)Otro retrato amargo, compungido, parcial y profundamente político de la espantosa España de posguerra, de su contexto fantasmagórico y cruel y de la inefable rotundidad con la que se implantó en aquella sociedad la dictadura del miedo.
(...)Los girasoles ciegos es un ejercicio de hiperrealismo histórico destinado a realizar, por enésima vez, un cansino tributo al padecimiento heroico de los derrotados.
La crítica a la Iglesia es durísima, ya que Cuerda y Azcona decidieron adaptar principalmente el último de los cuatro capítulos de la novela de Méndez, que cuenta las perversiones sexuales de un joven diácono(...)
(...)Pero nadie podrá evitar que Los girasoles ciegos pase a engrosar, como una de tantas, ese interminable listado de títulos encaminados a legitimar la sempiterna división entre buenos y malos que, por muy cierta que fuese, resulta a estas alturas tan reduccionista como redundante.

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Ya estamos cansados de ver que en España, el cine se ha encasillado en el tema del guerracivilismo. Mientras el Gobierno, que no el público, les mantenga, a ellos (actores y demás) les importa un pito.
Estamos cansados de películas que nos cuentan una ficción unilateral de lo que fue realmente la guerra y el franquismo. No hay objetividad, sino ensañamiento y revanchismo.
Películas como esta son las que hacen aflorar los viejos rencores, ya olvidados por algunos. Pero algunos de los perdedores, no sólo no quieren olvidar, sino que manipulan la realidad histórica de tal manera que encima les vamos a tener que pedir perdón por todo aquello que se inventan y manipulan.
Si Franco hubiera sabido a dónde llevaría todo esto, habría entregado España a Stalin; y veríamos a ver qué tipo de películas hacían entonces estos recogenueces.