jueves, 23 de octubre de 2008

Un colegio de Gijón contesta en bable a uno balear que le mandó una carta sólo en catalán.

(El MundoEl Día-com, Illes Balears, 28 de febrero de 2007)
Baleares, claro, no es Cataluña; pero como si lo fuera. Cuando menos, en determinados centros de enseñanza. Juzguen ustedes, si no. Mediado el primer trimestre del presente curso, una familia de Palma de Mallorca se ve forzada a abandonar la isla y a fijar su residencia en Gijón. Esa familia tiene una hija en edad escolar, por lo que la pequeña debe cambiar de escuela. Ningún problema. Bastará con que se matricule en un colegio público gijonés y con que el colegio público palmesano en el que ha estudiado hasta la fecha envíe su expediente escolar al nuevo centro de enseñanza. La madre, pues, solicita el documento a la escuela de la niña, no sin precisar que la familia se va a vivir a Asturias, nada, no vaya a ocurrírseles enviarlo en catalán. Se les ocurre. Y cuando el expediente llega a su destino, los responsables del colegio gijonés se lo toman a cachondeo y contestan a sus colegas mallorquines en bable, indicando que van a solicitar a su propio consejero de Educación que les mande un traductor por cada lengua y cada dialecto hablados en España. Ante la respuesta de los asturianos, los mallorquines cambian de opinión y envían por fin el expediente en castellano. (Xavier Pericay, en ABC-Cataluña, 03-02-07, vía Criterio, 04-02-07)

Hoy en día, la movilidad por el territorio español es impresionante. Supongamos que una persona que hoy vive en Cuenca, mañana se tiene que ir a vivir a Barcelona, por motivos laborales. Decide desplazarse con su familia, ya que parece que el trabajo será de larga duración. Los hijos, en edad escolar, son obligados a estudiar en catalán, con el consiguiente retraso en el resto de materias. Al padre le hacen el vacío en la empresa por no hablar catalán, la madre también se siente aislada por que en los comercios dónde compra la tratan de forma despectiva.
El azar quiere que a los dos años el padre progrese y le ofrecen un puesto en la empresa en la delegación de Galicia. Se repite la misma historia.
Los nacionalismos no defienden ninguna lengua y tampoco sirven para unir, sólo sirven para poner trabas al español castellanoparlante que debe trabajar o estudiar en diferentes comunidades.
Los nacionalismos van en contra de los derechos del ciudadano español.

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